miércoles, 25 de abril de 2018

ESTA NOCHE miércoles 25 abril 2018



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Vizcarra descubre la democracia
de baja gobernabilidad  


Jorge Morelli
@jorgemorelli1 
jorgemorelli.blogspot.com


Si la inversión privada no irrumpe masivamente en la escena, no habrá crecimiento.

La inversión pública no basta por sí misma para mover la economía. Es como tratar de arrancar un generador con una manivela. El arrancador de la inversión -la pública y la privada- es la gobernabilidad.

Esto ya lo ha comprendido con claridad el presidente Martín Vizcarra. Ha descubierto la baja gobernabilidad de nuestra democracia. Pero aun no ha visto exactamente dónde está la falla en la arquitectura de nuestra democracia que origina la baja gobernabilidad.

Nuestra democracia es de baja gobernabilidad por falta de equilibrio de poderes. Produce una gobernabilidad precaria, insuficiente para proveer la seguridad jurídica que la inversión necesita en la escala que hace falta. Por lo mismo, el Presidente ha comprendido también, acertadamente, que la gobernabilidad necesita de la bicameralidad.

Pero aun le hace falta ver el escenario completo. La bicameralidad es solo la parte relativa al Congreso de la fallida arquitectura institucional, uno de los tres poderes del Estado. La gobernabilidad requiere también de la reforma de los otros dos: el poder Judicial y el Ejecutivo.

Así parece avizorarlo el gobierno al convocar a las regiones a debatir la descentralización para restablecer el equilibrio interno del poder Ejecutivo.

No parece divisar aún, en cambio, el papel crucial en la batalla contra la corrupción de la reforma de la Justicia. Tampoco sabe qué hacer al respecto.

El secreto está en que no es posible reformar cada poder por separado. Lo que hace falta es restablecer el equilibrio entre los tres poderes del Estado, perdido en el Perú hace mucho tiempo. Es necesario rediseñar en la Constitución el sistema de las relaciones entre los tres poderes. Nada menos.

¿Parece una tarea imposible? No lo es. Francia lo consiguó en 1958 con el paso de la Cuarta a la Quinta República. Es lo que debemos hacer. Hasta que ese rediseño se aborde con decisión política unánime, la falla en la arquitectura institucional continuará allí y la nuestra seguirá siendo una democracia de baja gobernabilidad.



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